
Un práctica cada vez más arraigada en los adolescentes que concurren a los centros de diversión nocturna de la ciudad y el Gran Buenos Aires, impuso en esos ámbitos una moda de “descontrol sexual” que tiene por principales impulsora a chicas, muchas de ellas menores de edad, capaces de practicar sexo oral a cambio del valor de una entrada para ingresar a otro boliche.
No es esa la única circunstancia insólita de esta moda que se ganó un lugar importante en la noche: los jóvenes, mujeres y varones, ahora tampoco tienen empacho a aceptar una propuesta provocativa y subir al escenario de la disco para realizar un ejercicio de sexo explícito ante la mirada y estímulo de centenares de concurrentes.
La onda “hot” expresada por los adolescentes tiene también otras manifestaciones. Por ejemplo, las jóvenes acostumbran a encarar actitudes lésbicas, no hay muchos reparos para que una fiesta común cobre perfiles orgiásticos y a la hora de salir en pareja, una chica y un chico decidan incursionar en prácticas swinger.
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